“Échale polvos al fuego”

Agua y fuego son dos elementos que no se llevan bien con las grandes instalaciones eléctricas. Los cortocircuitos y explosiones que provoquen incendios, pueden causar reacciones en cadena, por lo que es primordial la prevención en los planes de seguridad de estas infraestructuras.

Endesa ha iniciado una prueba piloto en Barcelona que, de funcionar, extenderá a otros lugares.

El sistema consiste en la colocación de unos botes que contienen un producto (carbonato potásico) y que cuando se alcanza una temperatura prefijada se libera automáticamente en forma de aerosol que actúa como extintor. La principal ventaja de este mecanismo es que puede instalarse fácilmente, actúa por sí solo, su efecto es inmediato y es biodegradable, sin efectos nocivos para el medio ambiente y las personas. Además, es económico. Cada paquete de seis unidades tiene un precio de 1.500 euros.

“Este sistema que estamos probando es redundante, aporta un plus de seguridad para las instalaciones, que ya disponen de gran cantidad de mecanismos de protección”, explica Alejandro Fábregas, director de Endesa para el Barcelonés. “La idea – añade- es que gracias a este dispositivo, en caso de incendio, cuando el personal de extinción acuda, el fuego ya esté apagado”.

Estos aerosoles son especialmente útiles para algunos centros de transformación eléctrica y galerías urbanas con cableado, en los que hay más concentración de riesgos que en otros lugares y donde, por su reducido tamaño, el acceso es más difícil en caso de que haya fuego o humo. Por esta razón, la prueba piloto se está haciendo en la subestación de Mata, en el Poble Sec, una de las más grandes de la ciudad -da servicio a 68.000 clientes de Ciutat Vella y Sants- Montjuïc, entre los que están el Ayuntamiento, la Generalitat, el Liceu o una amplia zona del puerto y que dispone de una gran cantidad de túneles subterráneos para la salida de los cables.

El difícil acceso a instalaciones de este tipo cuando se produce un incendio, además del peligro que comporta para los bomberos, hace que la avería resultante -normalmente el corte de suministro eléctrico- pueda ser más grave o que su reparación sea más lenta. Un ejemplo de este inconveniente pudo verse en el incendio -provocado por un robo de cable de cobre- en una galería de la subestación de Endesa en Badalona ocurrido el 23 de enero del 2008, y que dejó sin luz a 70.000 abonados. Los equipos de extinción lanzaron espuma química y tuvieron que esperar varias horas para entrar al recinto.

Hasta ahora, para evitar incendios, las instalaciones disponen de varios sistemas de prevención. Una cadena de seguridad que minimiza el riesgo. Para comenzar, los cables son ignífugos. Muchos están recubiertos de una capa de pintura especial aislante. Las paredes y techos se protegen de modo que las dependencias queden compartimentadas y sectorializadas, y de este modo se aíslan las que se deseen y se evita la propagación del fuego. Otra medida de prevención, adoptada recientemente, es la protección de los empalmes de cables con unas mantas que cuando se rebasa cierta temperatura se licúan y actúan como pequeños extintores, muy focalizados.

También hay sistemas de detección de humos que dan la alarma y, además de alertar al personal, activan de manera automática aspersores que tiran agua. Este mecanismo, habitual en muchos lugares, está instalado en muchas zonas de las grandes instalaciones eléctricas, pero, precisa Fábregas, “hay que tener en cuenta que el agua no es la mejor amiga de los cables y tampoco puede olvidarse que cuando se ha resuelto el problema cuesta mucho sacarla”. En el incendio antes citado de Badalona esta operación fue muy costosa.

Con el nuevo sistema que se está probando en Poble Sec, cuando se superan los 65º C, los recipientes que contienen el aerosol estallan por sí solos. Cada uno desprende 6m3 de carbonato potásico en forma de aerosol. Así, el espacio sobre el que se quiere actuar se llena de un polvo que conforma una especie de niebla que actúa inmediatamente contra el fuego. “Las pruebas que se han hecho en laboratorio demuestran su eficacia, no se puede ni encender un mechero”, explica Fábregas. Desde que los dispositivos están en la subestación de Mata no se han activado, ya que no se han dado las condiciones. Y lo deseable, claro está, es que nunca tengan que utilizarse.

(Fuente: lavanguardia.com)

Deja una respuesta